Datos personales

Mi foto
Nació en Guanta, Edo Anzoategui en 1.948, muere en Caracas el 24 de marzo de 2.010 Profesor graduado en el Instituto Pedagógico de Ccs Especialista en Historia y Geografía. Abogado. Postgrado en Dcho Administrativo. Experto en Dcho Municipal. Diplomado en Dcho Marítimo. Miembro del Colegio Nacional de Abogados. Periodista. Especialidad en Periodismo Corporativo. Miembro del CNP Estudios de Ciencias Políticas. UCV Productor Nacional Independiente Nº4.250 MCI. Locutor Certificado MTC.Nº 10.862. Presidente Regional de COPEI. Cargos y representaciones Presidente del Concejo Municipal de Sotillo. Diputado a la Asamblea Legislativa. Secretario General de Gobierno Gobernador del Estado Anzoátegui (E) Trabajos de investigación publicados: “Personajes Notables de Oriente” I y II (coleccionables de El Tiempo) Trabajos de investigación próximos a publicarse: “Historia Constitucional del Estado Anzoátegui” y “Apuntes para una geografía física del Estado Anzoátegui” Poeta. Poemarios “Cinco Pañuelos” Fondo Editorial del Caribe. Y “Las mismas piedras, las mismas” Columnista Diario El Tiempo y Semanarios “La Razón” y “Quinto Día”.

sábado, 24 de octubre de 2009


José Antonio Anzoátegui
un soldado espartano


por Victor Gil, Noviembre 14, 2006

José Antonio Anzoátegui ha sido una de las figuras históricas más esforzadas de Venezuela pero al mismo tiempo también una de las menos reconocidas por el resto de la sociedad que reside más allá de la entidad que hoy lleva su nombre. Tal vez esto se deba a la brevedad de su vida, murió al comenzar el día siguiente de su trigésimo cumpleaños, el 15 de noviembre de 1819
BARCELONA.- José Antonio Calletano de La Trinidad Anzoátegui Hernández nació el 14 de noviembre de 1789 en el barrio El Arroyo, cerca del centro de la ciudad de Barcelona, que en aquellos tiempos era ya uno de los más importantes poblados de la Capitanía General de Venezuela, creada por Carlos III hacía apenas doce años atrás. Dependía entonces Barcelona de la Provincia de Nueva Andalucía cuya capital era Cumaná.


Anzoátegui ha sido una de las figuras históricas más esforzadas de Venezuela pero al mismo tiempo también una de las menos reconocidas por el resto de la sociedad que reside más allá de la entidad que lleva su nombre. Tal vez sea por la brevedad de su vida, murió al comenzar el día siguiente de cumplir treinta años apenas, el 15 de noviembre de 1819.

Su relampagueante heroicidad cruzó el cielo de la gloria con una ráfaga sostenida de entrega, sacrificios y valentía, inspirado en una disciplina espartana, rígida, indoblegable que no cedía espacios a la deslealtad ni al desapego, ni concedía ámbitos al descuido. Todo en él era organización y cumplir con el deber era su misión permanente.

Cuando la Patria inició con balbuceos a deletrear la palabra independencia e intentaba sus primeros pasos hacia la libertad y el republicanismo, se arrojó a los brazos de la gallarda gesta con todo el furor de intensa pasión que caracterizó su electrizante y brevísima vida.

Gesta vitalicia

En 1810 fue uno de los agitados jóvenes que el 27 de abril proclamaron la independencia de la tierra barcelonesa; él, los Freites, los Godoy, los Guevara, Manuel Reyes Bravo, Pedro Carujo, una pléyade de nacientes estrellas que irían a verter su sangre entre los chamizales del llano, los arenales de la costa, las húmedas selvas y sobre los caminos urbanos.
Conoció la derrota en Sorondo, ahí, en el costado izquierdo del Orinoco. Pobló con sus huesos y elegante estampa la salobre cárcel de La Guaira cuando cayó la Iª República. Bolívar lo liberó en 1813.


Sirvió bajo las órdenes de Campo Elías y Mariño en aquel sueño retomado de la II República que va a ver frustrada un año después y se ve precisado a migrar con los restos de población de aquella Caracas humillada y tropa avergonzada hacia el occidente, con Urdaneta a la cabeza. Anzoátegui va dejando jalones de valentía y arrojo en San Carlos, en Barquisimeto, en la primera de Carabobo, en Valencia, en Mucuchíes

En 1814 acompaña a Bolívar y se destaca a su lado en las campañas de Bogotá, Cundinamarca y en la toma de Santa Marta, en la actual Colombia. La suerte no le fue propicia en aquella ocasión de indefiniciones y juntos, Anzoátegui y Bolívar, huyen a las Antillas. De Haití, vendrá de nuevo al rescate de la patria subyugada, es 1816, batalla en Carúpano, sigue a Ocumare en donde se rompen la líneas patriotas y Bolívar queda aislado.


Anzoátegui sigue hacia los llanos y oriente bajo las órdenes de Mac Gregor y Soublette, vencen en Onoto, en La Victoria, en Chaguaramas. En Barcelona se une a la imantada y trágica personalidad de Manuel Carlos Piar. Ganan El Juncal, Maturín, Paso del Caura. Coronel, ascendido por Piar.


En 1817 asedió y tomó Angostura, hoy Ciudad Bolívar, triunfa en Guayana la Vieja, y contra el gran general español Miguel de la Torre, se imponen, él y Piar, en las afueras de San Félix.


General de Brigada, ascendido por Piar. Ese mismo año forma parte del jurado que sentenció a Piar a ser fusilado por "traidor", su voto pedía degradación. Fue un amargo cumplimiento del deber mayor: la Patria, sobre los amores y el íntimo dolor.
Vínculos libertadores


Entonces se estrechan las vinculaciones militares con el Libertador, cultivan la amistad que llevaría a Bolívar a tener en Anzoátegui vivas esperanzas para las campañas que su mente febril ya dibujaba por el continente americano. En 1818 combate junto a Bolívar en El Sombrero y derrotan a Pablo Morillo. Crece su nombre y su fama. Cae en el Semen (Aragua) frente al mismo Morillo. Combaten junto en Ortiz.

Bolívar le asigna la responsabilidad de ir a efectuar una tarea con ribetes de casi irrealizable: disciplinar las tropas de llaneros que Páez ponía a la disposición de la causa patriótica en estado casi bárbaro. Instruirlos en estrategias militares, capacitarles en el manejo de las armas, en el orden durante la brega, en la obediencia a las ordenes impartidas, formarlos en la comprensión táctica, hacerlos soldados más que salteadores de caminos y vegas.
Con Páez lucha contra La Torre en Cojedes; contra Morillo en Caujaral y, finalmente, en La Gamarra el 27 de marzo de 1819, en Apure.


Entonces llega la plenitud de la gloria y el más profundo abatimiento de la pena. Cruzar los llanos en "invierno". El paso de los Andes. Boyacá: ¡La apoteosis! Pamplona: ¡La hecatombe!
En carta que le escribiese a su esposa, "mi muy pensada siempre querida Teresa", al referirse al paso por los llanos en plena época de lluvias, le indica: "El Libertador, que saca partido a todo, se ha prevalido de esta situación para llevar a cabo la empresa más arriesgada que pueda imaginarse: la de invadir Nueva Granada atravesando los llanos de Apure, de Arauca y de Casanare, en lo más crudo del invierno, y luego la Cordillera de Los Andes… Figurarse lo que fueron esos días caminando por entre el agua, nadando a trechos será cosa imposible. Los llanos estaban inundados, parecían un mar literalmente, había que vadear y pasar a nado los ríos, los caños y los esteros… los soldados casi desnudos durmiendo en el agua amarrados sobre sus caballos." "Durante siete días marcharon las tropas con el agua a la cintura llevando por abrigo sólo una deshilachada frazada".

Después de atravesar este mar de aguas plenas de caribes, serpientes de agua, caimanes y alimañas llegaron al pie de la cordillera, al páramo de Pisba, hoy parque nacional, con casi 45.000 hectáreas de extensión, en la Cordillera Oriental de los Andes Colombianos
Entrega por un ideal

Comenzaría un episodio de la historia mundial equivalente a aquel en donde Aníbal Barca, en el 218 A. de C., atravesó los Alpes desde Hispannia para invadir a Roma con cien mil hombres y 80 elefantes; o aquel otro cuando Napoleón cruzó también Los Alpes para derrotar a los austriacos en 1800: El Paso de los Andes.


En este portentoso ejercicio de asombrosa capacidad para la entrega humana a un ideal sublime tuvo destacadísima actuación José Antonio Anzoátegui, animando a la tropa que desfallecía, socorriendo a los exhaustos soldados, escogiendo los mejores senderos por los cuales conducirse en medio de los farallones de angustia y los ventisqueros cortantes de aquel insólito paraje a más de 4.000 metro de altitud

El 11 de julio combate en Gámeza, ya en Nueva Granada, junto a Bolívar, derrotan a Barreiro. En Bonza gana nuevamente a los españoles y el 25 de julio de 1819 derrotan, Anzoátegui y Bolívar, al ejército realista en Pantano de Vargas. El 7 de agosto en Boyacá logra la hazaña de conducir dos regimientos a la misma vez, el centro y la derecha, junto a Santander y Bolívar se corona de gloria al libertar a la Nueva Granada. Nace Colombia.


Casi 100 días después, en la hermosa y apacible Pamplona, le sorprenderá su fatal sino misterioso en mitad de un banquete en donde su escasa y recortada sonrisa iluminaba un rostro adusto, severo pero que ese día de celebraciones lucía amable, descansado, despreocupado… delante suyo danzaba la muerte con un disfraz dorado de diosa llamándolo a la gloria.

martes, 20 de octubre de 2009

19 de Abril: ¿Fue un golpe de estado o un hecho revolucionario?



VICTOR GIL

PUERTO LA CRUZ.-

¿Qué fue el 19 de Abril de 1810, un simple golpe de estado o un hecho revolucionario?. Ha sido recurrente la revisión de esta fecha de la historia. Para algunos historiadores, los sucesos del 19 de Abril no pasaron de ser una manifestación burguesa mediante la cual la oligarquía mantuana de los blancos criollos pretendieron sustituir la casta de administradores públicos de proveniencia española que detentaban el poder político de la Capitanía General de Venezuela. Su principal argumento lo encuentran en el nuevo gobierno surgido del proceso político de ese día el cual asumió el nombre de Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Para estos historiadores ese día sólo significó el inicio de un proceso liderado por la clase terrateniente dueña latifundista de los medios de producción pero sin objetivos realmente revolucionarios. Dos visionesSe entiende por revolución un proceso histórico cuyo objetivo es cam


biar estructuralmente la sociedad desmontando su base de sustentación económica, la propiedad privada, y la institucionalidad orgánica creada por élites para traspasarla a entidades de carácter popular y monoclasista: el proletariado. La revolución es, así concebida, la más clara exposición de la lucha de clases.

De acuerdo con este concepto, el 19 de Abril no fue un proceso revolucionario sino una especie de escaramuza que propiciaba simples cambios reformistas convenientes a una clase privilegiada que se lucraba con la esclavitud como modo de producción, la explotación del hombre por el hombre en plantaciones calurosamente húmedas de café, cacao y caña o en la arideces secas de los hatos llaneros.Para otros historiadores, de las corrientes positivistas y liberales, por el contrario el 19 de Abril de 1810 reviste las características indudables de un hecho revolucionario que manifiesta la acumulación histórica de un descontento con el status de provincia marginada y expoliada por el imperio mercantilista español.


Durante el largo período de 200 años de dominación hispánica, centenares de asonadas, motines, levantamientos, y complots demostraban el espíritu libertario de todo un pueblo, que encontró la brecha por donde explotar cuando las condiciones internacionales lo propiciaron a raíz de la invasión de Napoleón a España, solo Cádiz y León estaban libres de dominio francés y eso lo pudieron aprovechar quienes en ese momento se encontraban en mejores condiciones de preparación y disposición revolucionaria: la clase de los blancos criollos, lo propietarios, los adinerados. Ya conocían de los sucesos de la Revolución Norteamericana y la creación de los Estados Unidos de América, de la Revolución de Francia, de la Revolución de Haití y habían leído a Rousseau, a Diderot, a Tocqueville, a Montesquieu, estaban maduros políticamente.No fue aventuraLas clase populares se incorporarán casi inmediatamente a la lucha, el calor infernal de la guerra a muerte decretada por Bolívar deslindará los campos de los conservadores y los revolucionarios, será una revolución que creará la República, que hará nacer la identidad y la conciencia patriótica, la nacionalidad y el sentimiento de solidaridad continental, la convicción de "ser hormigas de la misma cueva", como bien dijera Andrés Eloy Blanco.Ese jueves santo de 1810 no fue asunto de aventureros golpistas que tiraban la parada a ver como les iba o de facciosos que se las jugaban ligeramente para hacerse del poder.


No, ese 19 de abril fue el nacimiento de una revolución de luz y creaciones que parirá un pueblo orgulloso de su libertad, gozoso de disfrutar sus derechos y dispuesto a defender la República, es decir el imperio de la ley, el derecho y la justicia.


Pasarán diez años para fraguar la patria de Andrés Bello, Miguel José Sanz, Juan Lovera, José Antonio Páez y Simón Bolívar.

Crónica de la Casa Fuerte o la Barcelona abandonada



Durante el año 1.817, el fuerte militar barcelonés fue atacado por un contingente de dragones bajo el mando de los generales José Aldama y Morales. A pesar del coraje de las fuerzas patriotas, dirigidas por Pedro María Freites, los realistas lograron tomar y destruir esta edificación

VÍCTOR GIL
PUERTO LA CRUZ.-
Por segunda ocasión estaba Simón Bolívar en aquella villa a orillas del verde Neverí y sus sombras de agua. Toda la noche había navegado sobre aquel mar de arisca piel, de pie en la proa de madera mojada en aquella quejumbrosa goleta que partió al sombrearse el horizonte frente a Pampatar.El mismo viento de hielo encrespaba el recuerdo de Cartagena y de La Habana. Aquí vendría en busca de lo que hasta en ese entonces le había sido negado en su misma tierra: el conocer la gloria cara a cara como conquista de victoriosa permanencia.Silenciosamente entró la nave en la ciudad que celebraba casi en silencio, con los últimos rones de la última noche el arribo de un nuevo año. Incierto año que se abría doliente como una llaga rojiza después del aun fresco reguero de sangre y muertes de Aragua, de Santa Ana, de Urica. Bajó de la nave con el va y viene del equilibrio roto por la marea metido en su cuerpo enfebrecido, deslumbrado por aquella luna llena aun rutilante sobre los lados por los que se iba a su Caracas de amores llameantes.Le reconocieron como lo que representaba, la esperanza, más que todo por esa especie de fe por la que los pueblos no se entregan a la inacción a pesar de las terribles degollinas y humillaciones. Los barceloneses le dieron la acogida que temieron darle en el año 14. Era el 1º de enero de 1817. Bolívar ordenó convertir el viejo hospicio de San Francisco, construido en varias jalonadas jornadas por los recoletos franciscanos para que sirviera de base a sus misiones de catequización en esos pueblos perdidos entre las chamizas y los gamelotales de tanta sabana cuarteada. También allí pasaron sus últimos días sacerdotes que habían entregado su energía vital en nombre de su creencia trascendente en el perdón y la conversión por el amor a Cristo; hospicio para huérfanos y ancianos.Convertir el conventoBolívar sabía que la ciudad debía tener un fuerte que le permitiese asumir su defensa ante el acoso de los realistas. Realizó todas las tareas para transformar el antiguo convento en un parapeteado bastión defensivo de Barcelona. Allí esperaría con valentía y apresto a los que defendían la dependencia. Allí escribiría cartas a Juan Bautista Arismendi, a Mariño, a Urdaneta en las cuales daba cuenta de su sueño de cabalgar hasta Caracas y de nuevo entrar triunfante para asegurar la reconquista del poder.En esas habitaciones del segundo piso del hospicio pasó las noches el Libertador; sobre el crujiente piso de caobilla y puy sus botas puntiagudas y sus afilados tacones marcan una música sorda de pasos hacia los destinos que su fiebre de fama reventaba como olas salvajes en el pensamiento de tizones encendidos de aquel pequeño genio aun sin mayores laureles.
La aurora le vió ojeroso y doblado sobre el rústico mesón trazando rutas y planes de insólitas pretensiones, le sorprendió el sol que venía levantándose desde el naciente pensando proclamas, pronunciando mudas arengas, levantando pendones de sangre ensangrentados, de victorias salpicados, sólo en su más sola soledad, mientras la sórdida ciudad dormitaba en el sopor de aquel enero de cálidas brisas venidas de Maurica.Ir a Caracas, tomar Caracas. Piar estaba equivocado, no era Guayana lo importante, era Caracas, pero el antillano no estaba en su nivel.
Eso pensaba Bolívar al saber que el general de dos colores, pelo rojo y ojos azules, ganaba Maturín, ganaba Upata, amenazaba San Félix, ganaba, ganaba, ganaba.Una debacle inexplicableEntonces en un arrebato difícil de comprender, a nueve días de acampar en Barcelona, se lanzó Bolívar hacia Caracas por la vía de Píritu. A las tres de la tarde, en la calle El Sol, de la empedrada Clarines, el “indio” Jiménez con sus lanceros le hizo comprender groseramente que una cosa son los sueños y otra cosa son las terribles realidades de esta tierra. En la noche de aquel 9 de enero regresó Bolívar de milagro a su cuarto del hospicio con magulladuras superficiales en las piernas y en las manos pero con huracos horribles en su orgullo.En esa recuperación de la vergonzosa derrota inexplicable el Libertador de América va a pasar casi tres meses. Recibe partes de los hechos auspiciosos de la guerra en el sur del país, supo por el correo de los exitosos sitios de Piar y Cedeño a Guayana La Vieja, sitio de valor estratégico en el control del río Orinoco; se enteró con despecho del cerco a Angostura que mantenía a los realistas casi a punto de rendirse. El celo irrefrenable de Bolívar por su gloria no le permitió esperar más tiempo. Tenía que estar en aquel frente de pelea y no desgastar sus tardes en las tertulias rutinarias que tarde a tarde le llevaban de zaguán en zaguán por las distintas casonas altas y sombreadas de las damas y dones barceloneses tomando café de Bergantín y pequeños buñuelos de yuca con miel de Naricual.
El 9 de febrero recibe a Bermúdez en Barcelona y un día después se une a ellos el libertador de oriente, Santiago Mariño, los tres héroes caminan las angostas calles de la ciudad y son recibidos con los máximos honores. La presencia de naves españolas frente a la bahía (Lechería) le sirven de ocupación momentánea.Dejar BarcelonaPero el 25 de marzo decidió Bolívar abandonar aquella molicie en Barcelona y dejar encargado del asunto defensivo de aquella ciudad de mansas mañanas al irlandés Chamberlain y al barcelonés Freites. Les pidió a los generales orientales estar pendientes de Barcelona y prestarles ayuda en caso de necesitarla. Bolívar se lleva de Barcelona la mayor parte de las armas y la escasa artillería con la que se podía contar. Aun así, cuando pasa por Quiamare casi es asesinado. Huye hacia adelante.El desamparo y desarme de la población barcelonesa es casi una invitación a tomarla que se les hacía a los soldados realistas. Al abandonarla Simón Bolívar la ciudad quedó desguarnecida y se mostraba como una presa fácil, su reconquista significaba un gran valor político y militar. Aldama y Morales no dudaron.La suerte del desamparoDoce días después de Bolívar abandonar a su suerte a Barcelona las tropas del Rey entraron a saco a la desgraciada ciudad. Chamberlain se suicidó, Freites fue herido gravemente y hecho prisionero. Nadie vino en auxilio de la población que inerme y aterrorizada vió como la muerte se cebaba una vez más en sus carnes de pueblo signado por la tragedia. El 7 de abril de 1817 ocurrió uno de los episodios más dolorosos y sangrientos de nuestra epopeya libertaria: la caída de la Casa Fuerte. Aquel día, al atardecer, el olor a humedad salada de la sangre derramada a riachuelos impregnó de pesares a esta ciudad de tal manera que aun hoy no es posible estar en su aposento y no percibirlo en el denso aire de congoja que aquí se ha quedado a vivir.Centro de oraciónLa Casa Fuerte, que ocupa una manzana al oeste de la Plaza Bolívar, era originalmente un hospicio franciscano llamado el Convento de San Francisco. Al inicio de la colonia, Barcelona fue el centro de las Misiones de Recoletos, desde donde los frailes salían difundir el evangelio hasta los llanos al sur.
Efigies silentesLas ruinas de la Casa Fuerte fueron consideradas un monumento recordatorio del desastre que nunca fueron despejadas ni reconstruidas. En la actualidad, las estatuas del general Pedro María Freites y de Eulalia Buroz de Chamberlain vigilan desde las esquinas del parque, frente a la Plaza Bolívar de Barcelona.

Sotillo, Puerto Mar, Posada Abierta.


Historia

Sotillo: Puerto de mar, posada abierta

Entre tonos tristes y cantos de galerones y polos dolientes, bebieron ron del Muco, que es un pueblo montaraz de Sucre, y bautizaron a este recodo marítimo tan agradable como el Puerto de la Cruz

Víctor gil

PUERTO LA CRUZ.- La costa desde Guaraguao hasta el Morro de Barcelona se arremansa, se arrima con cuido a las arenas, porque la mar viene en la avería de cruzar desde las islas y reventar farallones, así que llega hasta aquí con la espuma casi, con las calmas de aguas dormidas, por eso Candelaria Alfaro, la que había sido mujer del maneto Martínez, había abierto posada en lo cercano de la orilla desde donde se encandilaba tarde a tarde con aquellos destellos de candela marina.Ella puso esa posada para que los trajines de aquellos pescadores, hombres salados que andaban por sobre las aguas como por sobre sus mismas casas, allí pudieran comer comida decente, carne de res guisada con papas y sopas calientes y no solo el insolente funche de marear con espinazos salados de lisa que se servía. También para que se sacaran el salitre del cuerpo y los cabellos con el agua de La Lajita que manaba casi a flor de tierra en el patio trasero de la pensión. El inicioAllí al costado, al pie del promontorio del color de las tinajas armó un techado de palmas traídas de los lejanos valles de Guanta y colocó encima de la mesa de puy, que le había fabricado un arayero de Araya, Concho Ribero, un mantel de madeira finamente bordado con hilos de seda y pedacitos de cinta de tafetán marfil, que lo tenía guardado para cuando su hija mayor se casara… pero no se casó, se la robó en una madrugada un indio feísimo de los lados de Caigua que la enamoró con mañas que solo saben los palenques de esos lomeríos. Allí, entre flores de amapolas blancas y cayenas rojas, colocó el crucifijo que le había bendecido en la iglesia de Santa Catalina de Carúpano el padre Carlo Beni, siciliano.En tonos tristes y largos, en la noche, los navegantes del viento cantaron galerones y polos dolientes, bebieron ron del Muco, que es un pueblo montaraz de Sucre, y bautizaron a este recodo de mar tan agradable como el Puerto de la Cruz. Era el siglo XIX, más acá de 1868, que fue el año en que salió preñada de uno de los cantadores Ana María, culisa güireña.De ahí se pasó a caserío, la aldea se empeñó en poblado, vino el cumanés Chuíto Labastidas y puso un bar y unas cartas de jugar y unos dados negros de ébano cubano y unas botellas de brandy, que hacían arder por dentro y por la piel. A aquel escaso ámbito de humo y tufo era a adonde venían ácidos de sudores los hombres que tendían los rieles del ferrocarril que desde los socavones de Naricual llevarían aquel azufre oscuro al volcadero de Guanta, que tiene una bahía como la barriga del dueño de aquel botiquín que se llamó pomposamente "Sota de Oro". Vino el ferrocarril con sus pitos de zumbido y polvareda, a su lado, calle por medio, pasaban los ganados en tropel hacia los corrales del Ñero Zapata y de ahí a las barcazas que lo transportaban a las Antillas.Esfuerzo conjuntoSe recogió dinero, de a puya, de a locha, de a cuartillo, de a medio, de a real, de a peseta y hasta de a fuerte y se pudo levantar la primera iglesia para la Santa Cruz, allí cerca de donde Candelaria había puesto su mantel de madeira hacía ya noventa años. Ya había lugar santo de rezar y de bautizos, de boda y de llevar a los muertos a que se les perdonara sus pecados que no habían confesado, y siempre que había cura se los perdonaban, si no, no.Después tumbaron esa iglesita y le hicieron una placita al general Monagas que había tenido casa al frente de aquel mar de explosiones vespertinas. El viejo Monagas creería que aquellos arreboles eran una de sus guerras, la de Aragua tal vez, de donde Bolívar, decía él, salió huyendo en un caballo negro. Por ahí también vivió Potentini, poeta él, y murió también, murió un día que la quebrada de Chuparín inundó hasta el féretro en donde estaba aquel pulcro poeta vestido de negro.Cuando era el año treinta y seis comenzaron a llegar los aviones, la gente se iba en unas como procesiones con paraguas y sombreros de cogollo, con bastimento y pimpinas de agua caminando por la orilla de la vía férrea para ver como caían al mar aquellos aparatos y no se hundían en el mar de bronce oscuro de la bahía de cangrejos que era Guanta.En esos años ocurrió que el profundo mar de brea que subsuela las Mesas del Guanipa fue desvirginado por los taladros de los musiúes y los afanes de los margariteños y entonces fue la larga tubería como una enorme culebra macaurel que trajo aquel aceite espeso hasta la Playa de las Mulas para llenarle el vientre abombado y liso al "Gulf Bird". Se necesitaron hoteles y vino el Polo Norte y el Europa. Había muchos hombres solos venidos de todas partes y se calentó la noche porteña con el Zanzíbar, el Seamen Club, la Cumbre, la Estrella, la Luna y a su lado los familiares Danubio Azul, la Mexicana, y los Clubes privados.De aconteceresEl mundo afuera se maltrataba de cañones, acorazados, aviones tronantes, la muerte era la dueña de las escenas lejanas que la radio describía en las tardes de calidas brisas del puerto. Medina Angarita, que había estado sirviendo por estas tierras en el resguardo marítimo como joven teniente, era el presidente de Venezuela. Una cosa llamada política enamoraba de primogénita ocasión a los muchachos de aquella casi feliz acumulación de domicilios apìñados entre los espinosos yacales de Chuparín y la plácida arena del Güichere, donde morían varados los toritos de mar, o la Casa del Pilotaje con sus hombres de kaki.Los jóvenes llenos de espumas se reunían en los bares, se organizaban, planificaban, redactaban las peticiones autonómicas, hablarían en nombre de Guanta, de Pozuelos y de Puerto La Cruz y así lo hicieron. Ahí estaban Luis Carlos Calatrava, Carlos Delgado Ontiveros, Saúl Perdomo Campos, Manuel Marcano Octavio, Vicente Guillén, Ovidio Adrián Marrero, Modesto Rodríguez, Jorge Yibirín Maú, Ernesto Franco, Arturo Salazar, Armando Rodríguez, Yolanda de Suárez, Cosme Astudillo, Tarcisio Díaz Boada y Dámaso Villarroel, entre otros muchos. El 06 de enero de 1944 la Asamblea Legislativa del Estado Anzoátegui aprobó por unanimidad la separación de aquellos municipios, Puerto La Cruz, Guanta y Pozuelos, del Distrito Bolívar que con tanto ahínco demandaban los porteños y a partir de entonces se crea el Distrito Sotillo.Era, tal vez, no se sabe según Pepe Gomez, un homenaje al anciano soldado que vivió sus últimos años frente a ese mar de Los Cocos y quien a los ochenta y dos años , junto a su compadre José Tadeo, hicieron salir huyendo al propio presidente Mariscal Falcón. Hace poco, casi ayer.Desde 1944El 6 de enero de 1944 la Asamblea Legislativa del Estado Anzoátegui aprobó por unanimidad la separación de aquellos municipios, Puerto La Cruz, Guanta y Pozuelos, del Distrito Bolívar que con tanto ahínco demandaban los porteños y a partir de entonces se crea el Distrito Sotillo.