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Nació en Guanta, Edo Anzoategui en 1.948, muere en Caracas el 24 de marzo de 2.010 Profesor graduado en el Instituto Pedagógico de Ccs Especialista en Historia y Geografía. Abogado. Postgrado en Dcho Administrativo. Experto en Dcho Municipal. Diplomado en Dcho Marítimo. Miembro del Colegio Nacional de Abogados. Periodista. Especialidad en Periodismo Corporativo. Miembro del CNP Estudios de Ciencias Políticas. UCV Productor Nacional Independiente Nº4.250 MCI. Locutor Certificado MTC.Nº 10.862. Presidente Regional de COPEI. Cargos y representaciones Presidente del Concejo Municipal de Sotillo. Diputado a la Asamblea Legislativa. Secretario General de Gobierno Gobernador del Estado Anzoátegui (E) Trabajos de investigación publicados: “Personajes Notables de Oriente” I y II (coleccionables de El Tiempo) Trabajos de investigación próximos a publicarse: “Historia Constitucional del Estado Anzoátegui” y “Apuntes para una geografía física del Estado Anzoátegui” Poeta. Poemarios “Cinco Pañuelos” Fondo Editorial del Caribe. Y “Las mismas piedras, las mismas” Columnista Diario El Tiempo y Semanarios “La Razón” y “Quinto Día”.

domingo, 27 de junio de 2010

Sorfanny Alfonzo Reina de Sangre.


Diario El Tiempo, 02 de mayo de 2.010

Sorfanny Alfonzo
Reina de sangre
Por
Víctor Gil

Debió ser una mañana con nubes de pelo chicharrón, un amanecer sin derecho a brillo, la tierra ferruginosa, rubefacta y caliza estarla oliendo a fogones humedecidos, a mojada pelambre bestiaria. Los pardos chaparrales retorcidos y los anónimos chamizales comenzarían a destilar como sanguaza, como el aguita de debajo de las costras, porque en días como aquél se prohíbe el roclo. Sin sol. Fue el día de los pájaros pesados. Se abrían las puertas de las casas de Guerra y quizás no pensó que era tan cierta. No era una pose, ni un retrato. No era el Teatro Cajigal para jugar con caras y maquillaje. Alli el rojo era sangre y no carmín cosmético. Pero quizás ella pensaba actuar en juegos con la vida...o tal vez con una pelota de básquet; pero los únicos balones posibles en aquella antimañana fueron sus puntacanelos senos vaciados y aquellos globos ruidosos que dejaban caer los pájaros camberras párdoverduzas en una sinacabar estridencia voluptuosa.

No fue Posible el silencio y sin embargo aceptó su reinado imperioso y prepotente. Fue entre los barrancos famélicos, entre los canjilones esqueléticos de la misma tierra que los Kariñas llamaron Chamariapa, en vía de Maremare, que es en lengua de los caribes, waraos, lascivia, por coincidencia, de sangrienta performance
No justifico nada. No participo en la comunión de querer matar a nadie que respire y Iata ; no estoy, no estuve de acuerdo con su idea de forzar un hecho que no podia cambiar nada. Ese juego macabro de guerrillas, ese infantil requiebro de deseos contra metrallas, de aspiraciones contra granadas, de planes en servilletas de cafés contra sofisticados organigramas "made in" zona del Canal. Muchachos diestros en maquiinaciones teóricas cheguevaristas aprendidas entre guarapitas muqueñas o cubalibres floridas, llenos más de odios artificiales, pericardiosos, que de sólidos convencimiento cerebrales. Ante el omnipotente estado militar, hierro y plomo, pólvora y 30-30, entre aquella gente ancestralmente simple, sin compromisos, atemorizados por su propia hambre y por su propia historia, no existía alternativa frente al fracaso. El solitario fracaso de los solos. El indolido fracaso de los ajenos. El impersonal fracaso de los números, dígitos, escuálidamente precedidos de cero, como los de la miseria.

Ahora ya el tiempo con su viento sur, su caliente alisio, sus aguaceros de junio, sus torrentes de septiembre, sus miseros renaceres de cadilleces, con su verdolaguita, sus malolorosas florecitas amarillas, su estropajo de polvos y sequedades, con sus candelas de abriles borró la marca de la bermeja coagulación de los esófagos acuchillados'; ya sólo bullanguea la memoria de cuando en cuando, pero no hay presencia en las piedras, ni en las espinas"... no me cortes con cuchillo, córtame
con tenedor...."

En aquella mañana, por la madrugada tardia de Cantaura, no hubo aura ni cantos, sólo un estrépito de planetas despeñándose por las riberas del sueño, unas trompetas apocalípticas de gabrieles de altísimo octanaje vomitando balas, balas y más balas, cordero de Dios que mata a los pecadores del mundo balando balas, fuego una y otra vez, silbidos, gritos, explosiones y muerte de civiles militarmente y unos ojos abiertos apenas para cerrarse por donde una rendija de hija escribía en el aire el ¡ay mi madre! Una desazón de pelos y pegostes. Un rebotar como pelota flácida. Habría un olor a partes de adentro de uno, estaría el aire presagiando moscas, grandes tornasoles, gusanos, zamuros.

Una sola fosa para toda la carne de aquellos seres matados. Entre ellos, una de pelo negro que paseó en una carroza de carnaval, reina del puerto, saludando risas y regando contenturas. Envuelta en
capa de tafetán brilloso blanco, coronada igual que hoy con una diadema de fantasías que resume el propio sueño de la vida, río, viento, cambio, devenir, permuta.
El carnaval fue también con reinas,
¿morirá alguna reina entre cenizas y vaguedades?
Sorfanny Alfonzo fue reina de carnaval.
Reina de sangre.

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