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Nació en Guanta, Edo Anzoategui en 1.948, muere en Caracas el 24 de marzo de 2.010 Profesor graduado en el Instituto Pedagógico de Ccs Especialista en Historia y Geografía. Abogado. Postgrado en Dcho Administrativo. Experto en Dcho Municipal. Diplomado en Dcho Marítimo. Miembro del Colegio Nacional de Abogados. Periodista. Especialidad en Periodismo Corporativo. Miembro del CNP Estudios de Ciencias Políticas. UCV Productor Nacional Independiente Nº4.250 MCI. Locutor Certificado MTC.Nº 10.862. Presidente Regional de COPEI. Cargos y representaciones Presidente del Concejo Municipal de Sotillo. Diputado a la Asamblea Legislativa. Secretario General de Gobierno Gobernador del Estado Anzoátegui (E) Trabajos de investigación publicados: “Personajes Notables de Oriente” I y II (coleccionables de El Tiempo) Trabajos de investigación próximos a publicarse: “Historia Constitucional del Estado Anzoátegui” y “Apuntes para una geografía física del Estado Anzoátegui” Poeta. Poemarios “Cinco Pañuelos” Fondo Editorial del Caribe. Y “Las mismas piedras, las mismas” Columnista Diario El Tiempo y Semanarios “La Razón” y “Quinto Día”.

sábado, 31 de julio de 2010

Empoican


Empoican
Por Victor Gil


En 1.949, llegaron a estas tierras Alonzo de Ojeda, de Cuencas, y Juan de la Cosa, Vizcaíno que era cartógrafo y piloto, al año siguiente Pedro Alonso Niño, de Moguer, Cristóbal de la Guerra y Luis de la Guerra, sevillanos, desembarcaron en esta lengua de terraplenes entre el amor y la serranía, debieron inaugurar ojos para lo bello de la pardecia de los cerros y lo esmeralda del valle.

Era marzo de cuaresma. Veintisiete días habían estado sobre las resbalosas maderas crujientes, bamboleantes, mareadores de las carabelas, atrás quedaba San Lucar, puerto de tanto morenaje y vino rojo. Ahora estaban aquí, en esta tierra desconocida y arisca, que atraía con fuerza misteriosa, lujuria de palmas al viento, que enamoraba con imposible esquive.... ¿Qué vinieron a ver?... ¿Qué vinieron a buscar?... ¿A quién vinieron a matar?... A hacerse que fantasmas folgadores con la muerte.... a borrar sus nombres de bautismo en cuantos rictus de maldición?. Sólo vinieron.... que sabemos. Y aquí hoy estamos nosotros sus herederos de huella imborrable, para la estigma y para la gloria, para la embochinchazón y... para lo que tenga que ser.

Pero ayer ¿quiénes estaban aquí?... ¿Quiénes no los esperaban?... ¿Quiénes eran el total y el definitivo mundo?... Como saber la verdad?.. . Sólo tenemos lo que nos dicen con su lengua de conquistadores, con su visión de aniquiladores, con su razón de enrreligionamiento forzante, con su propiedad de victoriosos a los cronistas de Indias, entre tantos a Fray Antonio Caulin, Matias Ruiz Blanco Rodríguez Leyte, Juan de Castellanos, Fernández Oviedo y otros que dicen su particular manera de haber sabido u observado los hechos. Por ellos sabemos que esta tierra de nuestra querencia cuando llegaron los conquistadores, con arcabúz y espada toledana, con yelmo y peto de metal, con su miedo horrible dentro del corazón y con una sequedad de presumida muerte en la garganta, encontraron unos hombres "del color de la aceituna y pelo lacio" que eran del tronco común de los Caribes, de la gran familia de los cumanagotos, repartidos en dos grupos fundamentales: Los Cores y Los Tagares. Y que aquellos hombres de buena forma y aquellas mujeres de cimbroso talle y de senos al aire tenían a de por jefes: unos a Guántar (así con acento en la primera “A” ) y lc otros a Tonoroima, respectivamente. Sabemos por Caulin que Tonoroima habitada a orillas del río Portugalete (Pertigalete de hoy) y sus dominios iban más allá del rio Arapo, que hoy no es rio ni es nada, era señor de serranías y era hijo del mar. Guántar debió ser jefe de las tierras hasta Eichinicuar, que es hoy Puerto [a Cruz, dueño de las tierras de sembrar y de los cerros de cazar acuris y venados. Tonoroima, pareciera, fue un cacique más guerrero, amigo aliado fuerte de Cayaurima, de Quenequeima el invencible, en sus "Elegías" Juan de Castellanos lo llama "cacique principal, cruel y duro", palabras de un conquistador por supuesto.

Su bravura la demostró cuando uno de Nueva Cádiz, llamado Juan Velásquez, maltrató a su hijo, arrebatado de cólera Tonoroima junto con su gente acabó con el pueblo de Maracapana.
También Guántar fue Cacique bravio como lo demostró, según Rodríguez Leyte, cuando su pueblo, engañado por "un tal Hojeda", fue embarcado en un bajel, con el pretexto de enseñarle su interior, y luego, cerrando la escotilla, los llevó prisioneros como esclavos a reventarse los ' pulmones en el incesante bucear de perlas de Cubagua. Y entonces el cacique convocó a sus vecinos de Piritu y cobró venganza con los padres misioneros de aquí y con los que habitaban en Santa Fé. Fueron pueblos que los borraron de la historia pero que no se rindieron facilmenüe, que no le mataron la libertad gratuitamente , que no los exterminaran sin antes verter toda su sangre.

Ellos estaban aqui desde el inmemorial tiempo, desde las primeras fragancias o desde la inicial luna, quizás los Arawaks del Caribe eran sus antecesores, venidos de la Amazonia, en el principio de los tiempos, remontando corrientes y mares, que después fueron de dragones y de serpientes. Estaban aquí con su gallarda virilidad in-mancillada, con su orgullo genital de tantas eras, con sus sueños y realidades, con su manera inédita de amar y de decirlo, aquí con su tiempo de estrellas y lunerias, tiempo mágico de incongruentes sequedades y diluvios, con su espacio sin caminos ni limites.

Estaban aquí, dueños de tanto todo, antes de Colón, antes de Ojeda, antes de Alonzo Niño, antes que Diego Fernández de Zerpa inventara la ciudad de Santiago de los Caballeros, quizás por ahi por donde está Lecherías, cerca de la quebrada de Guatapanare, antes que Cristóbal Cobos fundara las Casas de Apaicuar que llamó, Pueblo de Cumanagotos en la margen izquierda del Neverí, antes que Juan de Urpin estableciera la Nueva Barcelona en la margen derecha del rio, antes que Fray Tomás Guerrero, que no Francisco Altarez, fundara a Nuestra Señora del Amparo de los Pozuelos, antes de San Diego de Putucuar, antes que Cedeño peleara con Gerónimo Ortal, antes de soñar siquiera que eran destruibles, así... como hormigas.

Viviendo aquí con su respeto venerable por los ancianos, sin moneda alguna, pariendo solas las mujeres en los montes, sin padecer mal de orinas ni dolor de muelas, asando sus muertos, espolvoreando sus cenizas al aire para la buena lluvia, gastando ocho días en los funerales, cantando sus proezas, enterrando a sus comunes sentados, con sus armas y comida y bebidas para el viaje, sirviendo el novio un año al suegro, heredando los hermanos a la viuda de su hermano, guisando sólo con sal y pimienta, acostándose temprano y levantándose de madrugada, siempre poniendo candela debajo de sus camas, sin arar ni cavar la tierra solo rozándola y quemándola, degustando el maíz tierno, horadándose las orejas y las mujeres con su "maritur" que eran cuentas de corales y perlas y caracolas de tres dedos de ancho que se ponen por la cintura.

Su mayor cuidado lo tenían en estar alegres y desechar la melancolía, fiestas de ocho días continuos, bailando, remedando animales tomados de la mano, así vivían, aquí en estas nuestras tierras, hasta que "Iboroquiamo", que era el demonio, el portador de infortunios, el sembrador de miedo llegó con su piel blanca, con su rostro peludo, con su lengua incomprensible, con manos de hierro que botaban fuego, que mataban, contra las cuales de nada valían las macanas y las flechas de punta de espinas de pescado.

El lboroquiamo convertido en hombre enviando almas por pilas a "Machira" que era la laguna donde se iban las almas, donde se las tragaban unas culebras grandísimas y se volvía a ser niño, el Iboroquiamo que no dejó que se tocara más la "Purma" ni se cantara más "EMPOICAN". Calladas para siempre. Muertos en esta misma su tierra, en estos mismos sus aires.

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