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Nació en Guanta, Edo Anzoategui en 1.948, muere en Caracas el 24 de marzo de 2.010 Profesor graduado en el Instituto Pedagógico de Ccs Especialista en Historia y Geografía. Abogado. Postgrado en Dcho Administrativo. Experto en Dcho Municipal. Diplomado en Dcho Marítimo. Miembro del Colegio Nacional de Abogados. Periodista. Especialidad en Periodismo Corporativo. Miembro del CNP Estudios de Ciencias Políticas. UCV Productor Nacional Independiente Nº4.250 MCI. Locutor Certificado MTC.Nº 10.862. Presidente Regional de COPEI. Cargos y representaciones Presidente del Concejo Municipal de Sotillo. Diputado a la Asamblea Legislativa. Secretario General de Gobierno Gobernador del Estado Anzoátegui (E) Trabajos de investigación publicados: “Personajes Notables de Oriente” I y II (coleccionables de El Tiempo) Trabajos de investigación próximos a publicarse: “Historia Constitucional del Estado Anzoátegui” y “Apuntes para una geografía física del Estado Anzoátegui” Poeta. Poemarios “Cinco Pañuelos” Fondo Editorial del Caribe. Y “Las mismas piedras, las mismas” Columnista Diario El Tiempo y Semanarios “La Razón” y “Quinto Día”.

domingo, 11 de julio de 2010

Mandamiento número once



Diario El Tiempo, Miércoles 14 de marzo de 1.985

Mandamiento número once
Por:
Víctor Gil

Eran pueblos muy primitivos los que huían por aquellos desiertos, hoscos y estériles, pueblos acostumbrados a la esclavitud como sistema de vida, pueblos de intrigas y de inmemorial ignorancia el que dirigía Moisés en el éxodo de búsqueda de la tierra prometida y sin embrago fue a aquel pueblo, a quien le fue dado a conocer el decálogo certero que, más que principios sagrados, eran normas para vivir con justicia y paz. En los diez mandamientos que Jehová esculpiera en piedra para que fuera enseñado a los hombres, subyace una prevención divina que los sustenta a todos: la ingratitud. Robar es ser ingrato con la propiedad justa, matar es ser ingrato con la propia vida y toda violación es una manera de ser inconsecuente.
Pero aún por sí sola, la inconstancia y deslealtad que lleva a la ingratitud es algo deleznable y antihumano, el hombre ha de ser ante todo auténtico y leal, no es posible concebir al ser humano sin esa condición de solidaridad consigo mismo, con lo que son sus principios éticos, en primer lugar, y luego con sus semejantes en cuanto que son reflejos de si mismo como persona. El respeto de la dignidad de la persona involucra la solidaridad y la consecuencia, por eso nos atrevemos a enunciar un mandamiento número once: “ “Proscribirás de tu corazón la ingratitud”
Nada hay que pueda desconcertar más al hombre noble, que la falta de gratitud, nada puede herir más los sentimientos de la persona, que saberse traicionado por quienes siente afecto y de quienes espera constancia solidaria, no sólo en los momentos de galana cortesía en lo festivo sino, y aún propiamente, en los instantes en los cuales la manifestación de amistad más se precisa.
Sin embargo la condición humana es en mayor grado impredecible y muchas veces el deslumbramiento de la confusión, hace propensa la persona al quebrantamiento de su propia manera de ser y de pensar, de ahí se originan muchas de nuestras debilidades y flaquezas, así como la comisión de muchos errores encuentra en ello su explicación.


Todo ello, sin embargo, no puede obviar el carácter fundamental de la gratitud y la lealtad que no es otro que el de la espontaneidad. No puede existir sujeción obligada en la relación fraternal entre los hombres, por el contrario, nada es más pernicioso ni contrario a la libertad como atributo de la persona humana en su albedrío, que pretender mantener unido por la fuerza lo que el corazón exige desunir. No se puede esgrimir la deuda como vínculo de obligada gratitud, y el que lo haga engaña y se engaña. El nexo de respeto solidario entre los hombres' debe surgir como libre riachuelo antes que como chorro potente que una exclusa deja escapar de una represa. El poeta libanés Gibran Jalirl Gibran, en su obra "El Profeta" nos dice:...Y vosotros,
los que recibís -y todos sois seres que reciben- no hagáis de la gratitud una carga, para que no creéis un yugo entre vosotros y el dador.
Antes bien, erguíos junto con el os da, como sí llevarais alas, porque pensar demasiado en vuestra deuda es dudar de la generosidad de quien os da..."
Y es que, efectivamente, la lealtad no debe medirse en términos del favor que se recibe o que se otorga, porque es una desconsideración con lo humano, con lo auténticamente humano, pretender comprar la conciencia de alguien semejante en todo a lo que somos nosotros mismos, como seres destinados a la trascendencia. El propio Jesús recomendaba a los fariseos:
”Lo que haga tu mano derecha que no lo sepa tu izquierda...” y sin embargo hay quienes piden recibo por escrito de sus gestiones de aparente solidaridad para luego, en pregón altanero, embadurnarle la cara y engrillarle la decisión a quien fue necesitado.
Debe creerse profundamente en la integridad y la dignidad del hombre, toda gestión nuestra debe dar testimonio de ello y no debe existir el chantaje como sistema de trato, hay que ser verazmente y a todo trance guardadores del principio fundamental del respeto a lo humano de cada persona y bajo ningún pretexto envilecer lo dignó y sublime del semejante pretendiendo convertirlo en su palafrenero o mentecato servidor.
La dignidad, la libertad, el respeto, la gratitud, la solidaridad del hombre y entre los hombres debe ser plataforma bruñida sobre la cual se establezcan los nexos de la relación humana más exacta y perfecta.

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